Hace unos pocos días cenaba en un restaurante. Era la primera vez que estaba allí y el sitio era realmente muy agradable, con plantas y un estilo muy mediterráneo.

El camarero nos trajo rápidamente la carta y mientras elegíamos el menú, un matrimonio y sus 2 hijos se sentaron en la mesa de al lado. El camarero también les trajo la carta. Eran turistas extranjeros y se notaba que no hablaban castellano.

Pasaron unos minutos y nos trajeron la bebida y el entrante. Y luego de eso vinieron los platos principales. Yo estaba realmente muy contento con el lugar y el servicio.

En la mesa de al lado, al poco tiempo también trajeron las bebidas y entrantes. Y luego les sirvieron los platos principales, pero en lugar de traer los 4 platos juntos trajeron solamente 3. Y uno de ellos, el de la hija, con la carne un poco pasada de coción. Parece que ella había pedido que la carne estuviera bien hecha y el cocinero se había pasado. Así que cuando el camarero pasó nuevamente, el padre, a duras penas con su pobre castellano, logró explicar el problema. El camarero reaccionó rápidamente reemplazando el plato, pidió disculpas y se retiró.

El tiempo pasaba y el camarero no aparecía con el cuarto plato, mientras los integrantes de la familia hablaban esperando para comenzar a comer. Estuvieron así unos 20 minutos más hasta que el padre, ya cansado, interceptó al camarero y con su castellano básico le explicó que faltaba servirles un plato. Al entender lo que ocurría, el camarero voló a la cocina y se los trajo. Les pidió disculpas y aclaró que se trataba de un error–en castellano, claro.

Pero ya era demasiado tarde para remediar la situación. El daño estaba hecho: esa familia ya se había quedado con una impresión pésima del sitio y nunca más volverán allí. Supongo que en este caso coincidieron varios factores que precipitaron el final: el problema de carne pasada de coción, la demora para servir el cuarto plato y la frustración del padre para expresarse.

Yo, sentado a dos pasos, quedé encantado con el restaurante, la comida y el servicio. Y repetiré seguro!

Las primeras impresiones cuentan… y mucho!

Créditos de imágenes: chris friese (1) y (2)