“Nosotros los humanos somos seres sociales.” He escuchado esa expresión infinitas veces y aún me pregunto qué significa exactamente. Sobre todo ahora que estamos en la era de la hiperconexión. ¿Qué significa socializar a través de las redes?

Las estadísticas muestran que cada segundo se envían unos 6000 tuits por Twitter, que sumados se convierten en unos 500 millones de tuits por día y unos 185.000 millones de tuits al año. Está claro que hay mucho ruido en Twitter. Ni pensar si también añadimos el tráfico de LinkedIn, Facebook, Instagram, Snapchat y mejor paro de contar. Es una cantidad abundante de información que fluye como el caudal continuo y nervioso de agua que cae por una cascada.

Pasamos demasiado tiempo en las redes sociales, sea por asuntos personales o por cuestiones profesionales. Y aunque disfrutamos de la oportunidad de comunicarnos con el mundo entero, con frecuencia esos mensajes y la interacción son breves, como desconectados de nuestras vidas y de nuestro costado más humano. Así que aunque ser sociales es muy importante, hacer vida social por las redes aún carece de esa interacción auténtica que uno encuentra en la vida social del mundo real. En pocas palabras, la empatía verdadera aún no puede virtualizarse.

Y el problema es que, a veces, las personas parecemos subordinadas a las redes. Tal vez es porque usamos muchas plataformas distintas: Facebook, Twitter, LinkedIn. Cada una tiene su audiencia, sus códigos, su formato, su complejidad, sus pros y sus contras. ¿Sería más fácil si lo hiciéramos todo desde una solo lugar que pudiéramos controlar completamente? ¿Sería más seguro? ¿Seríamos así más accesibles para el mundo entero?

¿O quizá debemos aprender a interactuar de otra forma?

En mi caso, a menos que deba tratar con individuos, siempre me ha gustado ser transparente y abierto en mi comunicación. No estoy cómodo gestionando redes dentro de redes porque hay un gran peligro en ser absorbido y convertirme exactamente en aquello de lo que siempre me quejo: la dualidad y dicotomía de la personalidad que producen las plataformas.

La presencia de las personas en las redes debe ser natural, mezclando asuntos de interés profesional con alguna cosilla personal que muestre nuestro lado más humano—-¿qué tal si matizamos los artículos del blog con una foto de un helado que tomamos en verano y lo comentamos?

Y entonces surge la pregunta de por qué compartimos y socializamos en internet. Se me ocurren algunas respuestas y seguramente existen muchas otras:

Para construir y conservar relaciones: la mejor forma de construir una relación con alguien en las redes es convirtiéndose en su fan. La base de cualquier relación es la confianza y para ello lo mejor es co-crear algo juntos, aunque sea algo pequeño.

Para informar: muchas veces leo algo interesante y lo comparto. Y lo hago simplemente porque aprendí algo, aunque no sea sobre un tema que me atraiga especialmente. Hace unos meses me topé con un artículo titulado “Stealing The Color White” que narra una historia de cómo se protege la fórmula para crear el color blanco y de las consecuencias de robarla. La fórmula de los colores no es un tema importante en mi vida, pero leyendo el artículo aprendí algo interesante. Y lo compartí.

Para posicionarnos: compartir información relevante y aportar conocimientos sobre algún tema puede ayudar a convertirnos en referentes valiosos para otras personas. Pero no se reduce a seguir y atraer a la gente con el discurso apropiado. Es más que eso. Es ser auténticos con nuestro aporte.

Porque si: a veces simplemente compartimos para ser amables y agradables. Por ejemplo, cuando enviamos un mensaje a alguien con quien no conectamos desde hace mucho tiempo. No esperamos nada a cambio. Es solo por el placer de hacerlo.

Para inspirar: compartimos fotos que inspiran. Compartimos citas que inspiran al ser leídas. Compartimos historias que demuestran de lo que es capaz el espíritu humano. Y producen un impacto en alguien. Lograr esto es lo más importante.

Antes, yo compartía material en las redes esperando obtener una reacción concreta de una persona o grupo de personas. Ahora entiendo que el intercambio es más personal. Lo hago por mí y cuando me fío, veo quién responde. Creo que esa es la forma de socializar en las redes y estar conectados en el siglo XXI.